Han tenido que pasar dos años, desde mi primer viaje a Japón donde la vi anunciada en los cines, para que llegara a España (cosa que daba por imposible) El verano de Coo, película ganadora del Tokyo Anime Fair 2008.
Koichi Uehara es un estudiante que vive en los suburbios de Tokyo. Un día recoge una gran piedra que resulta ser la carcasa de un bebé Kappa que ha estado viviendo bajo tierra durante los últimos 300 años y decide llamarle "Coo". Koichi y Coo se harán grandes amigos y comenzarán a vivir en familia.
La película esconde bajo un argumento sencillo, la relación de un niño con su nueva "mascota", una profunda reflexión sobre la raza humana, irrespetuosa, chafardera y cruel. Y es que una vez más Japón tiene que dar una lección de cine de animación, desaparecido últimamente en las pantallas gracias al cine facilón de Monstruos contra Alienigenas o Ice Age. Y es que El verano de Coo no se queda sólo en el entretenimiento ni en el virtuosismo de la animación, que la tiene, sino que se toma su tiempo (2h y 15m) para explicar una historia con una doble lectura y un mensaje desesperanzador, y para ello no obvia nada, no esconde la sangre ni la crueldad, ya que son elementos importantes para la historia.
Yo personalmente estoy cansado de las producciones de chiste fácil y entretenimiento que no aportan nada, estoy perdiendo la fe en ese tipo de cine de animación, y después de ver películas como Ponyo en el acantilado, Arashi no yoru ni o El verano de Coo me doy cuenta de que una vez más el cine de animación japonés es el mejor, pero eso es algo que no todo el mundo se dará cuenta, ya que películas como esta han sido destinadas al mercado directo del DVD o algunas otras como La chica que saltaba en el tiempo no aparecerán jamás.
En este caso el problema no es de la raza humana, sino de este país que, a diferencia de Francia, no sabe diferenciar del buen cine de animación.